Drácula de Hacendado - Dracula 1958
Reseña de Drácula (Terence Fisher, 1958) con respecto a Drácula (Bram Stoker, 1897)
Dracula (Terence Fisher, 1958)
Adaptación: Christopher Lee es genuinamente un buen book! Drácula, pero esto es, básicamente, una peli de monstruos de la Hammer con el pretexto de la novela de Stoker
Obra como tal: una película muy entretenida y campy como solo la Hammer hace con tanta honestidad de lo que te están vendiendo
Película revista para esta reseña junto con un té de frutos del bosque
SPOILERS AHEAD!
Ya empezamos en la anterior adaptación con estas lecturas de Drácula (Bram Stoker, 1897) que van a ser las prevalentes durante gran parte del Siglo XX: la trama «humana» queda relegada a un segundo plano en favor del carismático monstruo. En este caso, es de la mano de una productora que ha hecho de esto mismo su sello de identidad: la Hammer. Sí, esa productora británica que hizo que todos los monstruos provenientes de la literatura y/o mitología gótica pasaran a formar parte de la cultura audiovisual, parodias de Los Simpson (Matt Groening, 1989-…) y algunos remakes / reboots (no necesariamente producidos por ellos, pero siempre con su alargada sombra detrás) que bailan entre lo excepcional y lo mediocre. Como detalle, que considero importante mencionar (si bien no aporta nada a esta reseña), comentar que continúa en activo a día de hoy y, aunque ya no es lo que un día fue, sigue sacando cosicas y algunas son bastante interesantes.

Empecemos ya con cómo de buena es esta película como adaptación: Gracias Christopher Lee… y poco más.
Sir Christopher Lee es una presencia a ser admirada y temida; y, a diferencia de la humanidad que podía llegar a intuirse en Lugosi, el actor entendía (como gran fan declarado de la obra original que es) que Drácula está «por encima» de esta. Para él, todos los humanos son meras herramientas (con una importante excepción, pero eso para hablar cuando deje de lado cualquier tipo de parecido con la obra original) con las que juega porque puede. El actor trae esa amenaza del Conde transilvano a pantalla con tanta fuerza y otredad que incluso se olvida que su acento es, posiblemente, de los menos «juguetones» de todas las versiones del vampiro jamás llevadas al medio audiovisual.
Sin embargo, con la diferencia de que este guion no es un absoluto despropósito, le pasa lo mismo que a los actores de Juego de Tronos (Demente y Destructor[1], 2011-2019) en la octava temporada de la serie: da igual lo bueno que seas y lo mucho que conozcas al personaje; si el contexto es totalmente ajeno a quién es, poco se puede hacer para ser fiel al material original.
Ese «poco más» que ya he mencionado se resume en detalles como, por supuesto, la llegada de Jonathan al castillo, aunque aquí en seguida pega un giro de 180º con ese Jonathan Harker: Vampire Hunter! (y, por supuesto, poco a nada tiene del personaje original este hombre arquetípico al que somos introducides); la absoluta imposibilidad de nadie de escribir una versión del Conde que sea heterosexual, ni en general de hacer esta obra (o cualquiera entorno al género vampírico) que no tenga una lectura queer en al menos un par de sus instancias; tener a Las Novias y algo similar a la Lucy transformada de la novela; algunos detalles muy menores como pueden ser Seward sufriendo también bullying (aunque sea de forma muy diferente), o la presencia de un fonógrafo; y acabar en una alargada secuencia de acción.
¿Tiene algo que ver con el final original? No, pero al menos se preserva ese último tramo en el que una escena más trepidante nos rebaja el «gótico subido» previo.
Por lo demás, los personajes femeninos están infra-escritos a unos niveles abisales (si bien es cierto que «Mina» tiene algunos ramalazos para ser una proto-versión de quién es en el libro, pero acaba siendo usada y desechada igualmente), los masculinos se fusionan o cambian de rol y personalidad totalmente (Arthur se siente más como una mezcla entre los dos Jonathans originales, incluso con algunos rasgos de Quincey) y se pierden las claves temáticas más importantes de la obra; incluido ese elemento que tanto me entusiasma: la colaboración como forma última de acabar con el Mal. Aquí, incluso cuando vemos a los personajes interactuar y «ayudarse», se siente como individuos aislados, nunca una coordinación o compañerismo real.
Como película independiente, aunque no es precisamente la Tercera Venida de Cristo, es bastante mejor que como adaptación de Stoker. Es puñeteramente entretenida, a lo cual ayuda mucho su absoluta falta de pretensiones y sutileza: viene a contarte como Van Helsing acaba en combate singular contra Drácula, y ya está.
Los escenarios son creativos y exagerados, las mujeres (extremadamente objetificadas, eso sí) son guapísimas, tiene múltiples momentos que son puro camp e incluso un instante que es genuinamente escalofriante (la escena del sonambulismo; con la falta de agencia, esa sonrisa de felicidad medio forzada-medio más genuina que ninguna otra cosa en la cinta…).
Pero, por encima de puro entretenimiento, lo que ensalza a esta película por encima de tu película de monstruos estándar para ver en casa una tarde de invierno perezosa son sus dos actores protagonistas: Christopher Lee y Peter Cushing. Sí, el resto del casting baila entre lo plano y lo sobreactuado; pero ellos dos están a un nivel por encima de cualquier medidor de «talento normal», tanto individualmente como con la química que tienen entre sí.
Con Lee ya me he extendido antes, pero es que Cushing, dentro de que está interpretando a un personaje que tiene poco que ver con el Van Helsing original, también logra darle una presencia y potencia a su cazador de vampiros que lo vuelven inolvidable. Erudito y luchador a la vez, peligroso aunque también parezca vivir un tanto en las nubes, logrando convencerte de que Jonathan era alguien muy importante para él[2] incluso si toda su relación sea algo previo a la cinta… Alguien absolutamente humano en una película que tanto tira de la exageración y el estereotipo casi de opereta, lo cual tiene muchísimo mérito.
Y ellos dos… como se juegan entre sí… es divertidísimo y casi imposible de no acabar pensando en que, al mismo tiempo que se quieren matar, también se quieren besar (y lo que sigue). De hecho, Van Helsing parece ser el único humano que merece el tratamiento de ser racional digno de la presencia del Conde de todos con los que cruza caminos. Tanto que volverá a por él en la secuela…próximamente por aquí.
En conclusión: grandes interpretaciones, aún mayor química y, para los que tendemos a encontrar esas lecturas, una relación muy homoerótica.
Y, básicamente, esto ha sido todo. Decir que, aunque no va a ser la siguiente adaptación, también voy a cubrir la secuela de esta película (que, además, fue primer visionado en esta ocasión y es: una experiencia). Ahora os dejo con la disponibilidad y la versión en inglés mucho más reducida de mi opinión de la película (y con comentario chorras, à la los capítulos de Drácula normales):
· Disponibilidad actualmente de Drácula (1958)
· Aquí está muy legalmente, además, es La Restauración de la BFI (100)
· Mi Reseña en Letterboxd
Referencias de este post:
· El Fantasma de la Ópera - Terence Fisher (1962) - Película
· Drácula - Tod Browning (1931) - Película
· Drácula A.D. 1972 - Alan Gibson (1972) - Película
[1] David Benioff y D.B. Weiss
[2] Incluso si Jonathan no es «mi» Jonathan, escuchar la línea «the death of Jonathan Harker» nunca será fácil