DIARIO DEL DOCTOR SEWARD
1 de Julio
Sus arañas se están convirtiendo en una molestia del calibre de las moscas y, en el día de hoy, le he dicho que debe librarse de ellas. Mis palabras han provocado que me mirase con profunda tristeza, así que le he dicho que debe librarse de parte de ellas, pase lo que pase. Ante esto, él ha accedido con entusiasmo y le he dado el mismo tiempo que la vez anterior para la reducción. Durante el tiempo que he estado con él, me ha resultado repulsivo, pues cuando unas moscarda horrible (hinchada por la carroña de la que debía de haberse alimentado) entró zumbando al cuarto, la cazó en el aire, la sujetó exultante por un momento entre su índice y pulgar y, antes de que pudiera discernir que iba a hacer, la posó en el interior de su boca y se la comió. Le regañé por ello, pero me replicó con calma que era algo muy saludable y agradable; que era vida, vida fuerte, y que le daba vida a él. Esto me dio a mí una idea o, al menos, el primer esbozo de una. Debo observar de cerca cómo se libra de sus arañas. Evidentemente, tiene algún tipo de trastorno mental severo, para el que guarda un pequeño cuaderno en el que siempre está apuntando algo. Páginas enteras del mismo están llenas de figuras amontonadas como masas informes, generalmente números sencillos añadidos en remesas, cuyos totales se volvían a añadir en nuevas remesas, como si tratara de «centrar la atención» sobre ciertas cuentas (o cuenta), como los auditores dirían.