5 de Octubre
Van Helsing aprende muchos insultos al estilo de A Small World + Quincey P. Morris hace una muy apropiada referencia televisiva
DIARIO DE MINA HARKER
5 de Octubre, 5PM
Nuestra reunión para informe. Presentes: Profesor Van Helsing, Lord Godalming, Doctor Seward, el Señor Quincey Morris, Jonathan Harker, Mina Harker.
El Doctor Van Helsing ha descrito los pasos que tomaron durante el día para descubrir en qué bote y hacia dónde se dirige el Conde Drácula en su huida:
–Como ya sabía, quiere volver a Transilvania; estoy seguro de que debe ir a través de la desembocadura del Danubio; o algún punto del Mar Negro, pues por ahí es por donde vino. Se trataba de un punto ciego que teníamos frente a nosotros. «Omne ignotum pro magnifico» y, así con todo mi pesar, empezamos a descubrir que barcos partieron hacia el Mar Negro la noche pasada. Va en un barco velero, pues Madam Mina nos cuenta que las velas estaban siendo aparejadas. Estos no son tan importantes como para ser incluidos en la lista habitual de embarcaciones que parten en el Times; así que fuimos, por sugerencia de Lord Godalming, a vuestro Lloyd’s, donde se anotan todos los barcos que se hacen al mar, sin importar tamaño. Allí descubrimos que solo un barco en dirección al Mar Negro ha partido con la marea. Se llama la Zarina Catarina y parte del Muelle de Doolittle a Varna, y desde allí se marcha subiendo el Danubio. « ¡Ey!» dije yo, «este es el barco donde está el Conde». Así que hacia allá vamos, al Muelle de Doolittle, donde nos encontramos con un hombre en una oficina de madera tan pequeña que el hombre parecía más grande que la misma. A él le inquirimos el recorrido y horarios de la Zarina Catarina. Es muy malhablado, y tiene rostro enrojecido y habla a gritos, pero parece un buen hombre aún con todo; y, cuando Quincey le ha dado algo de su bolsillo con un chasquido mientras lo enrollaba, y lo ha puesto en una bolsa tan pequeña que la había podido esconder profundamente entre sus ropas, fue un hombre aún mejor y humilde sirviente nuestro. Vino con nosotros, preguntó a muchos hombres que eran rudos e intensos; estos también mejores hombres una vez su particular sed se había apagado. Decían mucho sobre sangre y florecimiento, y otros elementos que no podía comprender, aunque deduje lo que querían decir; de todas formas, nos dijeron cosas que queríamos saber.
>> Nos han hecho conocidos entre ellos, cuando la pasada tarde a eso de las cinco en punto vino un hombre apurado. Un hombre alto, delgado y pálido, con nariz alta y dientes tan blancos, y ojos que parecían arder. Estaba vestido de pies a cabeza de negro, excepto por llevar un sombrero de paja que no pegaba ni con él ni con el clima. Que gastó su dinero de forma ingente en descubrir rápidamente qué barco partía al Mar Negro y desde donde. Alguien le llevó a la oficina y de allí al barco, donde no subió a bordo sino que se quedó parado en extremo de la costa de la pasarela, y le pidió al capitán que fuera con él. El capitán fue, cuando le fue dicho que se le pagaría bien por ello y, por mucho que despotricara, aceptó con la primera propuesta que se le hizo. Entonces el hombre delgado se fue y alguien le dijo donde un caballo y carruaje podían ser alquilados. Fue allí y pronto volvió, conduciendo él mismo el coche en el que había ahora una gran caja; caja que él mismo descargó, aunque le costó a un grupo de muchos, varios hombres el subirla al cargo del barco. Le habló largo y tendido al capitán sobre cómo y dónde debía ser posicionada su caja, pero al capitán esto no le agradó y le insultó en múltiples idiomas y le dijo que podía ir con él si le gustaba donde iba a estar. Pero dijo «no»; y no ha llegado todavía, pues aún tiene mucho que hacer. Tras esto, el capitán le ha dicho que más le vale ser rápido (con sangre) porque su barco iba a marcharse (de sangre) antes de que cambiara la marea (con sangre). Entonces, el hombre delgado ha sonreído y dicho que por supuesto irá con él cuando así lo vea propicio; pero que se sorprendería si se fuera tan pronto. El capitan volvió a soltar verborrea (de nuevo políglota) y el hombre delgado le dedicó una reverencia y le agradeció todo, llegando a decir que no se entrometería en su amabilidad subiendo antes de zarpar. Finalmente el capitán, más rojo que nunca, en más idiomas aún le dijo que no quiere a ningún francés (con florituras así como sangre en ellos) en su barco, que tenía su propia sangre. Y, así, tras preguntarle cuál era la embarcación más cercana donde pudiera comprar formularios de barcos, se marchó.
>>Nadie sabe dónde fue «o le importaba un pepino», como dijeron, pues tenían más asuntos en los que pensar…relacionados con situaciones peliagudas de nuevo; pues pronto se hizo evidente que la Zarina Catarina no podría partir según lo esperado. Una fina neblina comenzó a emerger desde el río y creció, y creció; hasta que pronto se formó una densa niebla que envolvió el barco y todo en torno suyo. El capitán volvió a insultar de forma políglota (muy políglota)…políglota con un arte y rabia; pero no pudo hacer nada. El nivel del mar subió y subió, y empezó a temer el perderse la marea por completo. No estaba de buen humor, justo cuando la marea estaba en su punto álgido, el hombre delgado llegó caminando por la pasarela de nuevo y le preguntó dónde había sido guardada su caja. El capitán replicó que deseaba que él y su caja (viejo y totalmente de los nervios) se fueran al Infierno. Pero el hombre delgado no se dio por ofendido y descendió a la zona de carga con el primero de abordo para ver donde estaba localizada, y subió y se quedó un rato en cubierta en mitad de la niebla. Debió de marcharse solo, pues nadie dio cuenta de haberlo visto. De hecho, nadie pensó en él, pues en cuanto la niebla se disipó y volvió a estar despejado, mis amigos de la sed y el lenguaje que tan exaltado era se rieron, mientras me contaban como los improperios del capitán excedían incluso su uso políglota habitual, y que más que nunca eran completamente pintorescos. Cuando fue a preguntar a otros marineros quién estaba en movimiento corriente arriba y abajo del río en aquel momento, descubrió que muy pocos de ellos habían tan siquiera atisbado niebla, excepto allí donde se había posicionado alrededor del muelle. Sin embargo, el barco se marchó con la marea menguante; y estaba sin lugar a duda bien encaminado río abajo para llegar por la mañana a la desembocadura del río. En aquel momento estaba, cuando nos lo dijeron, en mar abierto.
>>Y así, mi querida Madam Mina, se concluye que debemos descansar por cierto tiempo, pues nuestro enemigo está en mitad del mar, al control de la niebla, directo hacia la desembocadura del Danubio. Zarpar con un barco lleva tiempo, y nunca va muy rápido; y cuando empecemos tendremos que ir por tierra más rápido y encontrárnoslo allí. Nuestra mayor esperanza es llegar a él en el espacio entre amanecer y anochecer; pues no puede suponer ningún problema, y podremos encargarnos de él como debemos. Tenemos ahora días por delante para emplear en dejar nuestro plan listo. Lo sabemos todo sobre hacia dónde va; pues hemos podido conocer al dueño del barco, que nos ha enseñado los recibos y todos los papeles que podía tener. La caja que buscamos va a tomar tierra en Varna, y allí será dada a un agente, de nombre Ristics, que allí presentará sus credenciales, y así nuestro amigo mercante podrá haber hecho su parte. Cuando pregunte si hay algo mal, para que cuando, pueda telegrafiar y hacer una investigación formal en Varna, digamos que «no»; puesto que es algo que no debe ser hecho por la policía o las aduanas. Debe ser hecho por nosotros y solo nosotros con nuestros propios métodos.
Cuando el Doctor Van Helsing hubo terminado de hablar, le pregunté si estaba seguro de que el Conde había permanecido a bordo del barco. Él replicó:
–Tenemos la mejor prueba de ello: tu propia evidencia, sacada de tu trance hipnótico esta mañana –le pregunté de nuevo si era realmente necesario que persiguiéramos al Conde, pues, ¡oh! temía que Jonathan me dejara y sabía que él iría allá donde fueran los otros. Él respondió, con creciente pasión, aunque empezando algo más calmado. Sin embargo, conforme iba hablando, se iba enfadando más y más y volviéndose más enérgico, hasta que al final no pudimos sino admirar el por qué al menos parte de esa dominancia personal le había hecho desde hacía mucho un maestro entre hombres:
–Sí, es necesario…necesario… ¡necesario! Por tu bien en primer lugar, y por el de la humanidad en segundo. Este monstruo ya ha hecho mucho daño, en el escaso radio de acción que ha tenido hasta ahora, y en tan poco tiempo siendo tan solo un cuerpo tanteando su tan pequeña presencia en la oscuridad, sin verdadero saber. Todo esto se lo he dicho a los otros; tú, mi querida Madam Mina, aprenderás del fonógrafo de mi amigo John, o el de tu marido. Les he contado el plan de dejar su antigua y yerma tierra (yerma en gentes) y venir a una nueva donde la vida del hombre abunda hasta que se convierte en multitud de tierras fértiles; plan que había sido el trabajo de siglos. Si otro de los No-Muertos, como él, tratara de hacer lo que él ha hecho, puede que ni todos los siglos del planeta hubieran sido suficientes para ayudarle. Con este, todas las fuerzas de la naturaleza que son ocultas, escondidas y fuertes deben de haber trabajado juntas de asombrosa manera. El mismísimo lugar, donde él estuvo vivo, No-Vivo durante todos esos siglos, está lleno de extrañezas de los mundos geológicos y químicos. Hay cavernas profundas y fisuras que llegan hasta donde nadie sabe bien. Hay volcanes, algunos de los cuales todavía expulsan aguas de extrañas propiedades por sus cráteres, así como gases que matan o ayudan a revitalizar. Sin lugar a dudas, hay algo magnético o eléctrico en algunas de estas combinaciones de fuerzas ocultas que trabajan para la vida física de forma extraña; y en sí mismo habían desde el inicio algunas grandes cualidades. En un tiempo duro y belicoso fue celebrado por tener un nervio de acero, una mente aún más sutil, un corazón aún más valiente que el de cualquier otro hombre. En él algún principio vital encontró su máximo exponente y, a la par que su cuerpo se mantenía fuerte y prosperaba, su cerebro creció también. Todo esto sin esa diabólica ayuda que sin duda está con él; pues esta tiene que asirse a los poderes de los que viene que son símbolos del Bien. Y, ahora, todo esto es lo que es para nosotros. Te ha infectado…oh, perdóname, mi querida, que he se seguir hablando, si tan solo queremos vivir…vivir en nuestras viejas y dulces formas; así, con el tiempo, llegaría la muerte, que es la más común de las características del hombre y sanciones de Dios, y te haría como él. ¡Esto no debe ocurrir! Hemos prometido todos que no debe ser. Por lo tanto, somos ministros del deseo del mismísimo Dios: que el Mundo, y los hombres por los que Su Hijo murió, no se rindan ante los monstruos, cuya mismísima existencia supone Su difamación. Él nos ha permitido ya redimir un alma, y ahora vamos como los viejos Cruzados a redimir más. Como ellos viajaremos hacia el amanecer y, como ellos, si caemos, caeremos por una buena causa –hizo una pausa, donde intervine:
–Pero, ¿no se tomará el Conde este contratiempo sabiamente? Desde que ha sido expulsado de Inglaterra, ¿no tratará de evitarlo, como un tigre lo hace con el pueblo que intenta darle caza?
– ¡Ajá! Tu símil del tigre me viene bien, y así debo adoptarlo. Tu devora-hombres, como llaman al tigre en la India una vez este ha probado la sangre de un humano, no quiere ya ningún otro tipo de presa, acechando en su lugar de forma incesante hasta conseguir más. Lo que cazamos desde nuestra aldea también es un tigre, un devora-hombres, y nunca para de acechar. Más, en sí mismo no existe la naturaleza para retirarse o mantenerse lejos. En su vida, su vida «respirable», atravesó la frontera turca y atacó a su enemigo en territorio propio, recibiendo una pareja, pero, ¿le hizo esto quedarse en su territorio? ¡No! Volvió una vez, y otra, y otra. Observad su persistencia y aguante. Con la mente infantil que solía tener lleva desde hace tiempo concibiendo la idea de venir a una gran ciudad. ¿Qué hace? Encuentra un sitio donde el mundo entero tenga mucho que prometerle. Entonces, deliberadamente, se carga a sí mismo para prepararse para la tarea. Encuentra en su paciencia, tal y como lo hace en su fuerza, sus mayores habilidades. Estudia nuevas lenguas. Aprende de la vida social; nuevo clima de viejas formas, política, Ley, finanzas, ciencia, hábitos de las nuevas tierras y nuevas gentes que han aparecido desde sus tiempos. Una ojeada que ha tenido, logrando tan solo afilar su apetito y ensalzar su deseo. Además, ayuda a su mente a crecer; pues le sirve como prueba de lo correcto que estaba en sus primeras asunciones. Ha hecho esto solo, ¡completamente solo! Desde una tumba en ruinas a la tierra olvidada. ¡Él qué más no podrá hacer cuando el mundo entero se abra a su mente ya expandida! Él, que puede sonreírle a la muerte, tal y como lo conocemos; que puede ensalzarse en mitad de enfermedades que matan a pueblos enteros. Oh, si alguien así viniera de Dios, y no del Diablo, qué fuerza del bien no hubiera sido en este viejo mundo nuestro. Pero estamos destinados a liberar el mundo. Nuestra carga debe ser silenciosa, y nuestros esfuerzos todos en secreto; pues en esta era ilustrada, cuando el hombre no cree ni en lo que ve, las dudas de los hombres sabios podrían ser la mayor fuerza de nuestro enemigo. Será a la vez su funda y su armadura, y sus armas para destruirnos, sus enemigos, que estamos dispuestos a destruir incluso nuestras propias almas por la seguridad de una persona amada…por el bien de la humanidad, y por el honor y la gloria de Dios. [Con lo bien que ibas, Abraham]
Después de una discusión general se determinó que esta noche nada debía ser decidido en firme; que todos deberíamos consultarlo con la almohada y tratar de sacar nuestras propias conclusiones. El día de mañana, en el desayuno, vamos a volver a vernos, y una vez hayamos sacado nuestras propias conclusiones y expuesto las mismas al resto, deberemos decidirnos por una ruta de acción definida.
Me siento plenamente en paz y he logrado descansar esta noche. Es como si alguna presencia maldita hubiera sido expulsada de mí. Quizás…
Mis conjeturas no eran definitivas, no podían serlo; pues he visto de reojo en el espejo la marca roja en mi frente, sabiendo así que seguía estando impura.
DIARIO DEL DOCTOR SEWARD
5 de Octubre
Todos nos hemos levantado temprano y creo que el descansar ha hecho mucho por todos y cada uno de nosotros. Cuando hemos coincidido en un temprano desayuno, había un ambiente generalmente más alegre del que ninguno de nosotros hubiera esperado experimentar de nuevo jamás.
Ha sido realmente maravilloso ver cuanta resiliencia hay en la naturaleza humana. Dejad que cualquier causa que se convierta en obstáculo, sea cuál sea, sea eliminada de cualquier forma (incluso con la muerte) para que podamos volver a los principios originales de esperanza y felicidad. Más de una vez estando sentados en torno a la mesa, mis ojos abiertos, maravillándome si los últimos días no han sido sino un sueño. Ha sido solo cuando mi vista ha captado la mancha roja en la frente de la Señora Harker que he sido devuelto a la realidad. Incluso ahora, cuando estoy rumiando en la materia con seriedad, me resulta casi imposible darme cuenta de que la causa de todos nuestros problemas no ha desaparecido. Incluso la Señora Harker parece ajena a sus problemas durante periodos enteros; solo es de vez en cuando, cuando algo se lo trae al recuerdo que piensa en su terrible cicatriz. Nos tenemos que encontrar en mi estudio en media hora y decidir cuál es el camino a seguir. Solo veo una dificultad inmediata, algo que sé más por instinto que por razón: vamos a tener que hablar con total honestidad y, sin embargo, tengo miedo que de alguna forma extraña la Señora Harker tenga sus labios sellados. Sé que es capaz de formar conclusiones propias, y de todo lo que he presenciado no puedo sino presuponer que estas son brillantes y honestas, pero ella no podrá, no puede, darlas en su totalidad. Le he mencionado esto a Van Helsing, y él y yo vamos a hablarlo cuando estemos solos. Supongo que se trata de ese horrible veneno que invade sus venas, comenzando a hacer efecto. El Conde tenía sus propios objetivos cuando le dio lo que Van Helsing denominó «el bautismo de sangre vampírico». Bien, puede que haya un veneno que se pueda destilar para el Bien; ¡en una era en la que la existencia de las tomaínas es un misterio, no nos deberíamos sorprender por nada! Una cosa tengo clara: si mis instintos son ciertos, en lo que a los silencios de la pobre Señora Harker se refiere, entonces nos encontramos ante una terrible dificultad, un peligro desconocido, trabajando frente a nosotros. El mismo poder que la obliga a mantener su silencio puede que esté obligando a su habla. No me atrevo a desarrollar más allá, ¡pues no debería con mis pensamientos deshonrar a una mujer de tal nobleza!
Van Helsing va a venir a mi estudio un poco antes que el resto. Trataré de sacar el tema con él.
Más tarde
Cuando el Profesor ha llegado, hemos hablado sobre la situación actual. He podido ver que tenía algo en mente, algo que quería decir, pero que estaba indeciso a la ahora de cómo aproximar la materia. Después de darle vueltas al asunto, dijo, abruptamememnte:
–Amigo Jon, hay algo de lo que tú y yo debemos hablar a solas; cuanto antes, mejor. Más tarde, quizás tengamos que confiárselo al resto –entonces, hizo una pausa y yo esperé. Él continuó –Madam Mina, nuestra pobre, querida Madam Mina, se está transformando –. Un escalofrío me recorrió entero al ver mis peores temores confirmados. Van Helsing continuó –con la triste experiencia de la Señorita Lucy, debemos esta vez estar preparados antes de que las cosas lleguen demasiado lejos. Nuestra tarea ahora es mucho más difícil que nunca antes, y esta nueva complicación hace que cada hora sea de la más vital importancia. Puedo ver las características de un vampiro naciendo en su rostro. Son ahora nada salvo muy escasos detalles, pero es lo que observamos con la vista algo que debemos tomar en cuenta sin prejuicios. Sus dientes son cada vez más afilados, y a veces sus ojos muestran una dureza impropia. Pero esto no es todo, hay ahora en ella un silencio habitual, igual que lo había con la Señorita Lucy. No habla, incluso si escribe aquello que desea sea sabido más tarde. Ahora, mi miedo es este: si podría ser que ella pudiera, bajo nuestro trance hipnótico, contar lo que el Conde ve y oye, ¿no es acaso sino aún más cierto que él la hipnotizó antes, y quién bebió de su mismísima sangre y la hizo beber de la suya en retorno, por lo que podría ser él quién manipulara su mente para desvelarle a él todo lo que ella sabe? –Asentí con aquiescencia y él continuó –: Entonces, lo que debemos hacer para prevenir esto; debemos mantenerla en la ignorancia de nuestras intenciones, y así ella no podrá contar lo que no sabe. ¡Es una tarea dolorosa! Oh, tan dolorosa que me rompe el corazón pensar en ella; pero así debe ser. Cuando nos veamos el día de hoy, debemos decirle que la razón por la que no hablamos en frente suyo no es que no queremos que no sea más parte de nuestro consejo, sino que simplemente la estamos protegiendo –. Se secó la frente, que había comenzado a sudar profusamente ante la idea del dolor que podría llegar a infligir en un alma ya por sí misma torturada. Sabía que sería de consuelo para él si le dijera que también había llegado a la misma conclusión, pues en todo caso eliminaría el dolor de la duda. Se lo dije, y el efecto fue el esperado.
Ahora, se acerca el momento de nuestra reunión general. Van Helsing se ha ido para prepararse para nuestra reunión y su dolorosa parte en ella. Realmente creo que su propósito es rezar a solas.
Más tarde
En la mismísima ejecución de nuestra reunión experimenté un gran alivio personal junto con Van Helsing. La Señora Harker había mandado un mensaje a través de su marido para decir que no se nos uniría, pues había pensado que era mejor que estuviéramos solos para discutir nuestros próximos movimientos sin su presencia para incomodarnos. El Profesor y yo nos miramos un instante, y de alguna forma pudimos ver el alivio en el otro. Por mi parte, pensé que si la Señora Harker se había dado cuenta del peligro ella misma, nos habíamos librado tanto de mucho peligro como de mucho dolor. En las circunstancias acordadas, con una mirada interrogativa y una respuesta, a través de un dedo a los labios, para preservar en silencio nuestras sospechas, hasta que podamos reunirnos en privado de nuevo. Volvimos a volcarnos de nuevo en nuestro Plan de Campaña. Van Helsing puso los hechos crudamente frente a nosotros:
–La Zarina Catarina marchó por el Támesis ayer por la mañana. A máxima potencia le costará al menos tres semanas llegar a Varna; pero podemos viajar por tierra al mismo lugar en tres días. Ahora, si contemplamos dos días menos en el viaje en barco, por las influencias del clima que sabemos que el Conde puede traer; y nos añadimos a nosotros un día con su noche entero por cualquier retraso que podamos tener, entonces tenemos un margen de alrededor de dos semanas. Por lo tanto, para estar lo bastante seguros, deberíamos marcharnos el 17 como muy tarde. Entonces, estaremos en Varna con total seguridad mínimo un día antes de que el barco llegue, siendo capaces de llevar a cabo todas las preparaciones que puedan ser necesarias. Por supuesto, debemos ir armados…armados contra cosas malignas, tanto espirituales como físicas.
Aquí, Quincey Morris añadió:
–Entiendo que el Conde viene de un país plagado de lobos, y que puede ser que llegue allí antes que nosotros. Propongo que añadamos Winchesters a nuestro armamento. Tengo la creencia de que una Winchester te puede sacar de cualquier apuro. ¿Recuerdas, Art, cuando tuvimos a aquella manada tras nosotros en Tobolsk, Rusia? ¡Lo que no hubiéramos dado entonces por un arma con repetición!
– ¡Bien! – dijo Van Helsing –, Winchesters serán. La cabeza de Quincey siempre está donde debe, pero, sobre todo cuando se trata de cazar, la metáfora siendo un mayor deshonor a la ciencia que los lobos un peligro para el ser humano. Mientras tanto, no podemos hacer nada aquí. Más, como creo que Varna no es un lugar conocido para ninguno de nosotros, ¿por qué no ir antes? Va a ser una larga espera estemos donde estemos. Entre esta noche y mañana nos podemos preparar y, entonces, todo estará bien, los cuatro podremos empezar el viaje.
– ¿Los cuatro? –dijo Harker, en tono interrogativo, mirándonos de uno en uno.
– ¡Por supuesto! –Contestó con rapidez el Profesor – ¡tú debes permanecer aquí para cuidar de tu dulce mujer! –Harker guardó silencio durante un tiempo y luego dijo, con la voz hueca:
–Hablemos de ello en la mañana. Necesito consultar con Mina –creí que este era el momento para que Van Helsing le dijera que no le desvelara ninguno de nuestros planes a Mina, pero él no pareció percibirlo. Le miré con intención y tosí. Por toda respuesta se llevó un dedo a los labios y se marchó.
DIARIO DE JONATHAN HARKER
5 de Octubre, tarde
Durante cierto tiempo tras nuestra reunión esta mañana no podía pensar. El nuevo estado de las cosas había dejado mi mente en un estado de asombro que no permitía espacio alguno para pensamiento activo. La determinación de Mina de no tomar parte en la discusión me dio que pensar; pues no podía discutir la materia con ella, tan solo hacer asunciones. Estoy tan lejos de hallar una solución ahora como nunca antes. La forma en que los otros han recibido la noticia también me ha sorprendido; la última vez que hablamos del tema estuvimos de acuerdo en que no habría más secretos entre nosotros. Mina duerme ahora, calmada y dulce como un niño. Sus labios están curvados en una sonrisa y su rostro brilla con felicidad. Gracias a Dios, todavía hay momentos así para ella.
Más tarde
Qué extraño es todo. Estaba sentado observando el feliz dormir de Mina, llegando a estar tan feliz yo mismo como supongo nunca llegaré a estar. Conforme caída la tarde, la tierra se llenaba de sombras proporcionadas por el Sol cayendo cada vez más bajo y el silencio del cuarto volviéndose más y más solemne para mí. De golpe, Mina abrió sus ojos, me miró con ternura y dijo:
–Jonathan, quiero que me prometas algo por tu honor. Una promesa a mí, pero hecha bajo la sagrada mirada divina, y que no debe ser rota incluso si me pongo de rodillas y te imploro con amargas lágrimas. Rápido, debes hacerla ahora mismo.
–Mina, una promesa así, no puedo hacerla sin pensar. Puede que no tenga derecho a tal cosa.
–Pero, amado mío –, dijo ella, con tal intensidad espiritual que sus ojos parecían ser estrellas polares –, soy yo quién lo deseo; y no es para mí misma. Puedes preguntar al Doctor Van Helsing si no estoy en lo cierto; si él está en desacuerdo podrás hacer como plazcas. Na’, incluso más; si aceptas ahora, más tarde serás absuelto de la Promesa.
– ¡Lo prometo! –dije, y durante un instante ella se mostró extremadamente feliz; aunque para mí toda felicidad en ella era denegada por la cicatriz roja en su frente. Dijo:
–Prométeme que no me contarás nada de los planes formados para la campaña contra el Conde. No por palabra, ni por inferencia, ni implicación; ¡no en ningún momento mientras siga en mí! –y, solemnemente, se señaló la cicatriz. Vi que hablaba con honestidad, y respondí con igual solemnidad:
– ¡Lo prometo! –y, conforme lo dije, sentí que en ese mismo instante una puerta se cerraba entre nosotros.
Más tarde, medianoche
Mina ha estado animada y alegre toda la tarde. Tanto que el resto parecemos haber tomado coraje, como si estuviéramos infectados de su felicidad; como resultado incluso yo mismo me siento como si el féretro de desgracias que está sobre nuestros hombros se hubiera aligerado en cierta medida. Nos hemos retirado pronto. Mina está durmiendo, cuán niño pequeño; es algo maravilloso el ver cómo su capacidad para dormir perdura en mitad de tan terrible situación. Gracias a Dios por ello, pues al menos durante un rato se puede olvidar de su cuidado. Quizás su ejemplo me afecte tanto como su alegría lo hizo esta noche. Así lo intentaré. ¡Oh, por un sueño sin sueños!
Me da que van a ser tres largas semanas de espera.