DIARIO DE MINA HARKER
24 de Septiembre
Ayer por la noche no tuve voluntad suficiente para escribir; el terrible relato de las desventuras de Jonathan me ha perturbado profundamente. ¡Pobrecillo! Cómo debe de haber sufrido; sea todo cierto, o solo cosa de su imaginación. Me pregunto cuánta verdad habrá en todo esto. ¿Contrajo su fiebre cerebral (Nota: técnicamente sería encefalitis, pero no tengo muy claro que unas monjas del Siglo XIX le hubieran diagnosticado «encefalitis» per sé) y después escribió todas esas cosas horribles, o tenía una base para todo ello? Supongo que nunca lo sabré, pues no me atrevo a sacar el tema con él delante…Y, sin embargo, ¡está el hombre de ayer! Parece que tiene muy clara su identidad… ¡Pobre hombre! Supongo que el funeral le ha trastornado y hecho a su mente regresar a ciertos lugares en esta… Él mismo cree todo esto. Recuerdo como en el día de nuestra boda dijo: «A no ser que alguien haga caer sobre mí el deber, no volveré a esas aciagas horas; despierto o dormido, cuerdo o loco».
Parecía haber sobre todos estos eventos una cierta continuidad… El temible Conde venía a Londres… Si fuera cierto y viniera a Londres, con sus amplios fondos… Habría un deber solemne y, si antes de este llega el momento en el que rehuir no es una opción, debo estar preparada. Tomaré mi máquina de escribir hoy mismo y comenzaré a transcribir. Así, estaremos listos para recibir ayuda de otros pares de manos si hiciera falta. Y, si así fuera requerido, entonces, quizás, si estoy lista, espero que el pobre Jonathan no se moleste por ello, pues hablaría con él; sin hacerle sentir preocupado o indefenso por ello en ningún momento. Si incluso Jonathan consigue en gran parte quitarse de encima su ansiedad, puede que quiera contármelo todo y le podré preguntar, descubrir cosas y encontrar el método para reconfortarle.
CARTA, VAN HELSING A LA SEÑORA HARKER
24 de Septiembre
(Confidencial)
Rezo porque perdones mi escritura, en tanto que apenas soy un lejano conocido, como en que le he mandado las tristes noticias de la muerte de Lucy Westenra. Por la bondad de Lord Godalming, tengo el derecho de leer sus cartas y otros papeles, y me siento profundamente consternado sobre ciertos asuntos de vital importancia.
Entre ellos, he encontrado unas cuantas cartas tuyas, que muestran cuán íntimas amigas eráis y lo mucho que la querías. Oh, Madam Mina, por ese amor, te imploro, me ayudes. Es por el bien de otros que te lo pido (para rectificar un gran mal y para librar de horribles y abundantes problemas) que puede ser más importante de lo que te imaginas. ¿Podría verte? Puedes confiar en mí. Soy amigo del Doctor John Seward y de Lord Godalming (ese era Arthur para la Señorita Lucy). Por el momento, debo mantener esto en secreto frente a todos. Iría a Exeter a verte una vez que me digas que tengo tal privilegio, y el donde y cuando.
Te imploro tu perdón, Madam. He leído tus cartas a la pobre Lucy y, sabiendo lo buena que es y todo lo que tu marido ha sufrido; rezo por ti, si se puede, que no le ilustres en esta materia, para así ahorrar dolor. De nuevo, pido tu perdón y me disculpo,
VAN HELSING